La caza del coronel Kurtz, boina verde renegado con su propia microsociedad en la jungla paralela a la guerra del Vietnam, era el motor de Apocalypse Now. En el territorio de Kurtz había indios ifugao. Instalados en el set de rodaje, los ifugao hicieron fiesta una noche para el equipo del filme, con largos trances hipnóticos y espeluznantes sacrificios de cerdos. “En un momento dado, el cántico [de los indios] decía “Coppola, Coppola, Coppola, una y otra vez”. Lo contó la mujer del director, Eleanor, en su diario sobre el rodaje, que también fue un documental, Corazones en tinieblas, que fijó en el imaginario popular la batalla de Coppola contra los elementos: tifones, agujeros financieros, actores fuera de control… nadie ni nada frenarían el ansia del director por plasmar su ARTE, lucha titánica de la que hasta los indígenas más ignotos parecían conscientes. ¡Coppola, Coppola, Coppola!

En efecto, todo es tan exagerado en la carrera de Coppola que la parodia siempre está a la vuelta de la esquina…

"¿Quieres callarte, por favor? ¡Tú estás sin un céntimo, pero yo debo cincuenta millones!"

“Soy Francis Ford Coppola. Francis-Ford-Coppola. No diga cine, diga Coppola… No tenéis ni puta idea ninguno de lo que es el cine. No sabéis vivir. Lo único que sabéis es grabar y montar… Tardé tres años en terminar Apocalypse Now, me costó la salud, me puse gordísismo, porque, claro, en Filipinas solo puedes comer lo que hay ahí, todo rebozado… Marlon Brando me dijo que iba a venir delgado [al rodaje]: ¡Vino gordo como una nutra, el cabrón!... Llamé a Dennis Hopper para darle vidilla. Estaba tibio con los ácidos. No se sabía el papel. Improvisar es guay, decía. ¡Improvisar es guay cuando te sabes el papel, Dennis Hopper!… Me despido con un consejo para las nuevas generaciones que quieren ser directores de cine: ¡No lo hagáis! Es mejor que os quedéis en casa; total, la mayoría no vais a conseguir nada en vuestra vida, y el resto ibais a hacer mierda”.

La imitación de Francis Ford Coppola en La hora chanante dejó dos lecciones. 1) Coppola era tal leyenda hiperbólica que las parodias eran sencillas. 2) Por eso mismo: solo Coppola iba a ser capaz de hacer la sátira definitiva sobre Coppola. Pues bien: ese momento ha llegado.

Tras un cuarto de siglo penando entre producciones menores, un octogenario Coppola decidió jugarse el todo por el todo con una producción fastuosa sobre los grandes temas del arte y de la existencia, Megalópolis, un último baile con una pregunta inquietante en el ambiente: si Coppola no había sido capaz de rodar una película pequeña con sentido desde hacía bastante tiempo, como si hubiera perdido el toque y la mirada para siempre, ¿cómo manejaría una superproducción plena de desafíos?

La gran paradoja de la carrera de Coppola es que él no quería dirigir El Padrino. Le parecía una mera adaptación de un best seller, un encargo menor sin la altura suficiente para sus ínfulas artísticas, pero fue el mayor éxito crítico y comercial de su vida. A partir de ahí, cada vez que juntó libertad creativa total con presupuestos sin filtro, el show estaba garantizado, entre rodajes estrepitosos salvados por su potencia visionaria (Apocalypse Now), catástrofes épicas en taquilla (Corazonada) y debacles del primer al último minuto (Megalópolis).

Coppola sin filtro podría ser el subtítulo de un libro titulado Cinco pasos hacia la ruina. 1) Improvisa ideas megalómanas de difícil ejecución. 2) Gasta (de tu dinero) como si no hubiera un mañana. 3) Observa a la prensa rajando de tu rodaje vaticinando un tortazo. 4) Choca con los periodistas por cenizos (y con la industria por cortar las alas a artistas románticos como tú). 5) Compra unas pipas con el dinero recaudado por tu película.

Intrahistoria de una tragedia americana en dos actos.

Vidas paralelas

Segunda mitad de los setenta. Oscarizado director se viene arriba, desafía a Hollywood y se va a rodar a Filipinas la obra definitiva sobre Vietnam adelantando el dinero de su cuenta corriente.

El rodaje de Apocalypse Now, en definitiva, tenía todos los ingredientes para volver locos a los periodistas en cuanto vinieran mal dadas. "La prensa decía que la película nunca estaría terminada, que Coppola estaba perdiendo la cabeza, cada artículo de terror sobre el rodaje minaba su crédito y credibilidad. "Quería que EEUU se enorgulleciera de mí por gastar 30 millones de mi propio dinero sin miedo en un rodaje. Me decepcionó que ridiculizaran la película como despilfarro financiero descontrolado; mientras que para Superman, que costó lo mismo y no trataba de nada, solo hubo respeto mediático", contó Coppola a Sam Wasson en su biografía del cineasta.

Coppola: "Estoy tan ocupado que, cuando me muera, no me daré ni cuenta"A.N.El director estadounidense ha hablado en rueda de prensa en Cannes de la deriva mundial hacia 'tendencias fascistas' tras el estreno de su polémica película 'Megalópolis', que no ha convencido a la crítica especializada

Con Megalópolis, tres cuartos de lo mismo.

En efecto, el intercambio de clichés entre Apocalypse Now y Megalópolis ha sido constante, en un juego de espejos cada vez más grotesco. O los habituales reportajes sobre lo mal que iban los rodajes... con vueltas de rosca preocupantes: si en Apocalypse Now tuvo que poner dinero de su bolsillo, en Megalópolis lo hizo en muchísima mayor cuantía. Si los estudios de Hollywood acabaron respaldando al Coppola setentero con condiciones, Megalópolis no tuvo red industrial de ningún tipo. Si en la rueda de prensa de Apocalypse Now en Cannes hubo bronca con los periodistas por poner el foco en su tortuoso rodaje (el hecho es que Coppola se pasó muchísimo de presupuesto y de fecha, entre otras cosas, porque no sabía cómo acabar la película, algo de lo que difícilmente se podía culpar a los periodistas), el lanzamiento de Megalópolis llevó el choque con la prensa hasta la sátira absoluta: el tráiler del filme incluyó citas históricas de plumillas poniendo a caldo El Padrino y Apocalypse Now… salvo que las citas habían sido inventadas por una Inteligencia Artificial.

Todo en Megalópolis, en definitiva, ha resultado ser un negativo paródico de las aventuras setenteras apocalípticas de Francis Ford Coppola.

"Bizet murió pensando que 'Carmen' era una ópera terrible, porque los críticos la destrozaron"

Apocalypse Now resistió el envite, con Palma de Oro en Cannes y suficiente recaudación para tapar los agujeros. Aunque se tiende a ver como el momento en el que Coppola perdió su pulso económico con Hollywood, eso sucedió en realidad en su siguiente película, Corazonada, que le arruinó a él y al estudio (Zootrope) con el que pretendía combatir a los malvados directivos hollywoodienses en favor de los directores artísticos como él.

“Su sueño —proporcionar al cine de autor de los setenta una base independiente de producción y distribución—quedó en ruinas. Coppola se declaró en quiebra, y el 20 de abril de 1982 anunció que ofrecía el estudio al mejor postor… En noviembre, Francis fue a Nueva York para asistir al cumpleaños de Scorsese. Marty, que cumplía cuarenta, vivía con miedo, sin recuperarse aún del descalabro de El rey de la comedia ni del fracaso de su matrimonio con Isabella Rossellini… Marty, yendo de un lado a otro en su loft, se quejó de que su representante le había confiscado las tarjetas de crédito. “Estoy en la ruina, estoy en la ruina, no tengo un céntimo”, repetía. Francis le contestó: “Marty, ¿quieres callarte, por favor? ¡Tú estás sin un céntimo, pero yo debo cincuenta millones!", contó Peter Biskind en Moteros tranquilos, toros salvajes, imperdible ensayo sobre la generación que intentó cambiar Hollywood y se inmoló entre sueños de grandeza.

Francis Ford Coppola y Adam Driver en la presentación en Cannes de 'Megalópolis'. (REUTERS)

“Parte de Coppola siente que fue víctima de una conspiración. “Apocalypse Now fue totalmente financiada desde fuera del sistema”, dice. “Si los directores empezaban a darse cuenta de que eso era lo único que necesitaban hacer, no habría lugar para la jerarquía tradicional de agentes y estudios. Zoetrope se consideraba una amenaza. Y encima, con mi interés por la tecnología, mi estudio era un precedente peligroso. Y alguien que: a) hacía la clase de comentarios megalómanos que yo hacía, y b) después hacía lo que prometía, claro, a una persona así es imposible no clasificarla de chalada", contó Coppola a Biskind sobre su primera quiebra.

Pero no busquen un mayor desastre económico de Coppola que Megalópolis porque no lo van a encontrar.

Esto es lo que costó Megalópolis: unos 165 millones de dólares, entre 120 millones de rodaje y 45 millones en copias y publicidad, todos salidos de los bolsillos de Coppola, que vendió parte de su negocio vinícola para financiarse. Llegados casi a las dos semanas del estreno, con la película de retirada y todo el pescado vendido, la recaudación es de unos 9 millones de dólares en todo el mundo, saldo negativo de 158 millones de dólares. Si revisamos la lista de mayores varapalos de la historia en taquilla, y teniendo en cuenta la inflación, Megalópolis estaría en el pelotón de cabeza, en dura pugna con John Carter o La puerta del cielo, de Michael Cimino, que clausuró a la última generación alfa del cine estadounidense, la de Coppola, cuyas ansias de controlar sus propias obras faraónicas al margen de Hollywood murieron tras los dos porrazos seguidos de La puerta del cielo y Corazonada.

Una cosa está ya clara: Megalópolis es la peor megahostia autofinanciada de todos los tiempos. Coppola ha vuelto a hacer historia del cine. Como siempre, a su manera.

Coronel iluminado

El rodaje de Apocalypse Now estuvo tan repleto de eventos icónicos que difícilmente Megalópolis podría aspirar a más que a pastiche de una época dorada que nunca volverá. En plena borrachera de poder, completamente seguro de su potencial industrial tras el estruendoso éxito de los dos Padrinos, Coppola trató de reclutar a Steve McQueen y a Al Pacino, pero le dieron calabazas, y el genio montó en cólera. “Francis se siente muy frustrado. Agarra todos sus Oscar de las estanterías y los lanza por la ventana. Los niños recogen los trozos del patio. Cuatro de los cinco se han roto”, contó Eleonor en su diario. Joaquín Reyes no podría hacerlo mejor.

Y esto solo fue el principio:

“Los helicópteros que se utilizan en la película son de la Fuerza Aérea filipina. Hoy, en medio de un ensayo para una toma complicada, los llamaron para que fueran a luchar contra los rebeldes en una guerra civil a trescientos kilómetros al sur. Resulta difícil saber qué está pasando. La prensa, controlada por el gobierno, no da noticias sobre la guerra. Estuve hablando con uno de los miembros filipinos del equipo y me contó que un grupo de islas sureñas, de predominio musulmán, está luchando por la independencia. Francis lleva guardaespaldas permanente, proporcionado por el gobierno. En nuestra casa hay guardias de seguridad. El gobierno parece pensar que si los rebeldes secuestraran a Francis crearían un problema que atraería la atención internacional”.

“Anoche Francis se subió por un andamio a una plataforma de iluminación y se quedó allí recostado. Llovía un poco y cuando subí había mucha humedad y algunos charcos. Tenía el aspecto más desgraciado que le haya visto nunca, Estaba sobre este enorme set de esta enorme producción, con todas sus pertenencias hipotecadas; cientos de personas del equipo lo esperaban. Brando debía acudir al set y se estaba retrasando porque no le gustaba la escena, y Francis no había sido capaz de escribir una escena que Marlon considerara correcta. El mejor actor, en el mejor set de la mejor producción, con el mejor cineasta, y Francis sin una escena que filmar. No paraba de lamentarse: “Sácame de aquí, sólo quiero abandonar todo e irme a casa. No puedo hacerlo. No lo veo. Y si no lo veo, no puedo hacer nada. Es como si fuera una noche de estreno, y se levanta el telón y no hay nada”.

'Apocalypse Now', surf y bombas.

En los momentos más oscuros del túnel Apocalypse Now, Eleonor empezó a ver tics de su marido, entre la arbitrariedad y la megalomanía, que no le gustaban nada. Así lo resumió en su diario:

“Cada vez parece haber más paralelismos entre el personaje de Kurtz y Francis. Ambos sienten la exultación del poder ante la posibilidad de perderlo todo, como la excitación de la guerra, cuando uno mata y se arriesga a que lo maten. Francis ha asumido el mayor de los riesgos en la manera en que está haciendo la película. Siente a la vez el poder de ser el creador/director y el miedo de fallar estrepitosamente”.

“Le mandé un télex a Francis para decirle lo que nadie más estaba dispuesto a decirle: que se está montando su propio Vietnam con sus líneas de abastecimiento de vino y carne y aparatos de aire acondicionado, que está creando la misma situación que había ido a denunciar, que con todo su personal atendiendo a cada una de sus peticiones se está convirtiendo en un Kurtz. O sea, que estaba yendo demasiado lejos. Le decía que era un imbécil. Le mandé el télex a él, con copias a Dean, Vittorio, Dick y al director de producción. Como respuesta recibí una avalancha de rabia. Francis se sintió totalmente traicionado. Furioso porque le hubiese mandado un télex por un medio que cualquiera podía leer. Su propia esposa diciéndole que se estaba pasando de la raya, justo cuando él sentía que estaba haciendo su mejor trabajo”, concluyó Eleonor en su diario.

El coronel Kurtzcoppola quiso mostrar su visión fastuosa al mundo, entre la genialidad y la indulgencia. La primera (Apocalypse Now) como tragedia y la segunda (Megalópolis) como farsa.

Coppola: "Estoy tan ocupado que, cuando me muera, no me daré ni cuenta"A.N.El director estadounidense ha hablado en rueda de prensa en Cannes de la deriva mundial hacia 'tendencias fascistas' tras el estreno de su polémica película 'Megalópolis', que no ha convencido a la crítica especializada

El juez del tiempo

Quien vea Megalópolis como señal del declive de Coppola, recordarle que esta es una historia antigua. En su libro, Biskind ubicó la cuesta abajo del cineasta en el remoto 1980: "Coppola no volvió hacer una sola película comparable a las obras de arte de los setenta. Una vez dijo que el hombre que hizo los Padrinos había muerto en la jungla, y tal vez tenía razón.. Dice el productor Al Ruddy, que observaba la carrera del director a distancia después de la pelea que habían tenido por El padrino: "Antes de El padrino, no era nadie. Después, fue uno de los directores más importantes del mundo. Nadie está preparado para un viaje tan pesado… Fue otro ejemplo de director que acabó destrozado por creerse que vivía en una película".

Es difícil describir el estado de desconcierto y desamparo del que sale uno de ver Megalópolis. Ni siquiera tiene el consuelo de poder abrazarse a otro espectador a la salida, gimoteando "¿qué cojones acabamos de ver?", pues la sala está medio vacía. ¿Qué demonios has hecho, Francis Ford?

Dice el protagonista de Megalópolis que los artistas pueden detener el paso del tiempo. Lo que nadie ha podido frenar es la diarrea coppoliana de citas shakesperianas ampulosas, cyberpunk romano indigesto y pirotecnia camp pretenciosa que es Megalópolis. Posiblemente había una película decente aquí dentro (una mucho más sencilla), pero lo único que vemos es un inconexo monólogo interior de Coppola, una pesadilla febril transcrita inconexamente. Megalópolis cuenta la estrepitosa caída de una civilización decadente, pretenciosa y condescendiente. La metáfora se hace sola.

Hace quince años, este periodista entrevistó a Coppola en la promoción de Tetro, coproducción española que ya nadie recuerda. El director dijo: “He aprendido que prefiero esperar 10 años para ver qué dicen de mi último filme, y así estar seguro de si aciertan o están equivocados. Bizet murió pensando que Carmen era una ópera terrible, porque los críticos la destrozaron”.

Los caminos de la crítica cinematográfica y del señor son inescrutables, de acuerdo, pero mucha hierba habrá que fumarse los próximos diez años para que Megalópolis empiece a ser vista no ya como una obra maestra, sino como una película con un mínimo sentido, más allá del intento de un hombre mayor de hacer una última locura megalómana de juventud sin atender a las consecuencias.